que encendió la fuerza del volcán,
que junto a su memoria quise experimentar
el erotismo y magnificencia de sus formas de amar.
Siempre fui el principio que en sus manos
-le invitaba a pecar
-le invitaba a pecar
a comer de la manzana
sin temor a nada más que la sinceridad.
sin temor a nada más que la sinceridad.
mientras en múltiples orgasmo gritaba que la amaba,
como una forma de reclamar
la herencia de sus besos
la herencia de sus besos
el calor de sus latidos, el sabor de sus labios.
Sus pupilas dilatadas, tanto como su cuerpo,
eran como sentir la húmeda del mar,
en su vagina, en sus orgasmos anales, en sus senos,
que junto a mi pecho hacían valor mi calma,
hacia espacios siderales donde se fundían mis fuerzas,
así siempre... la voy a recordar.
así siempre... la voy a recordar.
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