un cuerpo de fuego
un verso desconocido.
Y entre caricias y besos
reconocí sus puntos cardinales
viendo en el sur de su belleza,
la conexión de su existencia,
y entre sus sus piernas
que agarre con fuerza y sutiliza,
el norte de su esencia
dos volcanes
-encendidos
dunas de un misterio conocido,
y en su rostro una diosa
de color nativo
y en sus ojos la luz del infinito.
En el viento sus gemidos,
que desde la distancia
contemplaron
arquear su cuerpo
frente a besos prohibidos
-indivisibles.
Desde la planicie
de su vientre,
vi unos ojos entre abiertos
-advirtiendo
-advirtiendo
que el placer de sus labios,
que dulcemente bese,
que dulcemente bese,
hasta hacerme plausible,
eran sueños postergados
de almas intangibles.
Y de sus mejillas vi surgir
un color rojizo
Y de sus mejillas vi surgir
un color rojizo
bello, inmarcesible,
infinito como las estrellas
que brillan desde siempre.
y existí entre sus besos,
en el deseo por querer
en su latido y su placer
- pureza
la nobleza
de un amor que duraría
seis años y un amanecer.
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