En mi piel existen memorias
de un tiempo sin nombre,
de una historia distante.
Te penetraba y mientras tanto
te susurraba al oído,
preguntándote sí me amabas.
Jadeante me hundía
tan profundo e íntimamente,
que sentía en mi cuerpo
los pliegues de tu alma,
el punto donde trémula e ingente
se encienden tus batallas.
Me pediste detenerme,
tus dedos se deslizaron
tan lenta y súbitamente,
que pasaste entre mis piernas,
tomaste mis palabras,
guiando con firmeza mi fuerza,
al lado oscuro de tus nalgas.
Elevando tus caderas,
me pediste que por detrás te penetrara,
pronunciaste mis versos
pidiéndome que delicadamente
te llevara, sin reparos, sin prisa,
porque te gustaba lo que pasaba.
-Húndete con fuerza que me excitas,
al punto que mis piernas tiemblan
cuando sin pedírmelo me atrapas".
Entre los gemidos
que aun son eco en el alba
retumbaron tus gritos de batalla.
-mi piel se excita,
porque entre mis piernas,
yo sentí tú alma.
recuerdo que nuestros orgasmos al unisono sonaban,
invitándonos a despertar nuevamente nuestras ganas.
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