Tengo una sumatoria de artificios,
un inventario de ansiedades,
un cuerpo repleto de delirios
un deseo incontrolable por tus gemidos.
En la alfombra de la noche
tu cuerpo silente dormitaba en la levedad
de tu ambrosía, y entonces...
desee amarte en la tarde
en la mañana, sobre la madrugada
sin sabanas, toda una noche.
La mañana estuvo un poco brumosa,
fría y sin titubeos, sin reparos de melancolía,
tuve fiebre y escalofríos de mediodía,
sude junto a tu templo y no miraste en mi agonía,
más me prendiste con un beso
que marco tu labial sobre mi vida.
Habite en mi centro de impaciencia,
urgente encendí en ti mis ideas obscenas,
y acudiendo nuevamente a tus labios,
suspire besando la aurora,
la lujuria que toma tu piel cuando te deshojas,
cuando te desnudas, gimes y me besas.
Entre un verso y el otro solo encuentro lo que el tiempo pierde, la distancia entre un cigarrillo y el otro y la infame sensación de perderme constantemente entre unos muros, congestionados gritos que desgastan mi alma y hoy por hoy yo grito Sálvame que tu con tu cordura puedas arrastrarme a lo que fui y deseo ser, en ocasiones decaigo rápidamente y busco tu mano pero no la encuentro porque entre la espesa niebla no veo, no siento, soy inerte pero de cristal, al tocarme me reviento y sin llanto camino a la locura con vehemencia, sálvame de mi terrible final, tu posible ausencia.
ResponderEliminarDos ausentes en la noche, sin rumbo y distraídos en la estera de una luz que ilumina y no calienta por que ferozmente me he abandonado y cada intento por recuperarme es fallido. Sálvame amor mio.