martes, 2 de diciembre de 2014

Con los años.


Con los años,
quizás con tantos días,
aprendí a leer las lineas de mi mano,
el humo del tabaco
y que el incienso purifica.

Aprendí a leer las palabras,
los sonidos y las rimas.
Aprendí de aquellas cosas
que se dicen entre lineas.

Aprendí a dibujar cada sonrisa,
a esgrimir sutiles versos
a entender cuando es tarde
para cualquier encuentro,
para dejar pasar la vida.

En esta ansiedad por reconocernos,
aprendí a leer los pliegues de tu cuerpo,
a descifrar cuando me deseas
y como quitarte la ropa con un beso.

Aprendí que es mejor
el silencio que los gritos,
que dejar pasar las cosas es tan simple 
como darnos por perdidos,
como amarnos en la vida. 

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